Fedro
(Cayo Julio Fedro; Macedonia, hacia 20-15 a.C. - hacia 50
d.C.) Fabulista latino de la época imperial, autor de cinco libros de fábulas
en verso. Los pocos datos que se conocen de su biografía nos han llegado a
través de su propia obra. Nació durante el principado de Augusto (entre los
años 20 y 15 a.C.), en la provincia romana de Macedonia, posiblemente en
Pieria, según se lee en el prólogo al libro III, vv. 17-20, donde el poeta se
muestra orgulloso de haber nacido en la tierra patria de las Musas (en el monte
Pierio).
Aunque era esclavo, recibió una esmerada educación desde
joven (sobre todo en latín, puesto que su lengua natal era el griego). Esto
hace suponer a los críticos que fue llevado a Roma siendo todavía niño y que
allí entró a formar parte del grupo de esclavos de Augusto, del que luego fue
liberto. Este dato se encuentra en el título del principal manuscrito de Fedro
(Codex Pithoeanus, del siglo IX), que lo presenta como "liberto de
Augusto".
La rana rota y el buey
En un prado, cierta vez, una rana vio a un buey,
y, tocada por la envidia de tanta grandeza,
su rugosa piel infló. Entonces a sus hijos
preguntó si era más grande que el buey.
Ellos dijeron que no. De nuevo tensó su piel
con mayor esfuerzo, y de similar modo preguntó
quién era mayor. Ellos dijeron: "el buey".
Nuevamente indignada, mientras quiere más fuertemente
inflarse, con su cuerpo roto yació.
El pobre, mientras quiere imitar al poderoso, perece.
UN CAZADOR Y UN PERRO
Hace muchos años, vivía un viejo perro de caza, cuya avanzada edad le había hecho perder gran parte de las facultades que lo adornaban en su juventud. Un día, mientras se encontraba en una jornada de caza junto a su amo, se topó con un hermoso jabalí, al que quiso atrapar para su dueño. Poniendo en ello todo su empeño, consiguió morderle una oreja, pero como su boca ya no era la de siempre, el animal consiguió escaparse.
Al escuchar el escándalo, su amo corrió hacia el lugar, encontrando únicamente al viejo perro. Enfadado porque hubiera dejado escapar a la pieza, comenzó a regañarle muy duramente.
El pobre perro, que no se merecía semejante regañina, le dijo:
-Querido amo mío, no creas que he dejado escapar a ese hermoso animal por gusto. He intentado retenerlo, al igual que hacía cuando era joven, pero por mucho que lo deseemos ambos, mis facultades no volverán a ser las mismas. Así que, en lugar de enfadarte conmigo porque me he hecho viejo, alégrate por todos esos años en los que te ayudaba sin descanso.
Al escuchar el escándalo, su amo corrió hacia el lugar, encontrando únicamente al viejo perro. Enfadado porque hubiera dejado escapar a la pieza, comenzó a regañarle muy duramente.
El pobre perro, que no se merecía semejante regañina, le dijo:
-Querido amo mío, no creas que he dejado escapar a ese hermoso animal por gusto. He intentado retenerlo, al igual que hacía cuando era joven, pero por mucho que lo deseemos ambos, mis facultades no volverán a ser las mismas. Así que, en lugar de enfadarte conmigo porque me he hecho viejo, alégrate por todos esos años en los que te ayudaba sin descanso.
La Moraleja de esta Fabula: respeta siempre a las personas mayores, que aunque ya no puedan realizar grandes proezas, dieron sus mejores años para darte a ti y a tu familia, una vida mejor.
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