ESOPO
Biografía
Pocos datos seguros existen sobre la biografía de Esopo, y
ya en la época clásica el personaje real se vio rodeado de elementos
legendarios, quedando definitivamente cubierto por la ficción y la fantasía
cuanto pudo tener de histórico. Ello no ha de llevar forzosamente a refutar su
existencia, ya que un historiador de tanto crédito como Herodoto lo describe
como un esclavo de un ciudadano de Samos que había vivido en la centuria
anterior. Según una tradición muy difundida, Esopo nació en Frigia, aunque hay
quien lo hace originario de Tracia, Samos, Egipto o Sardes. Sobre él circuló
una gran cantidad de anécdotas e incluso descripciones sobre su físico que se
hallan recogidas en la Vida de Esopo, publicada en el siglo XIV al frente
de una recopilación de sus fábulas preparada por el monje benedictino Máximo
Planudes.
FABULAS
El lobo y el asno
Un lobo fue elegido rey entre sus congéneres y decretó una
ley ordenando que lo que cada uno capturase en la caza, lo pusiera en común y
lo repartiese por partes iguales entre todos; de esta manera ya no tendrían los
lobos que devorarse unos a otros en épocas de hambre.
Pero en eso lo escuchó un asno que estaba por ahí cerca, y
moviendo sus orejas le dijo:
-- Magnífica idea ha brotado de tu corazón, pero ¿ Por qué
has escondido todo tu botín en tu cueva ? Llévalo a tu comunidad y repártelo
también, como lo has decretado.
El lobo, descubierto y confundido, derogó su ley.
Si alguna vez llegas a tener poder de legislar, sé el
primero en cumplir tus propias leyes
El hombre y el león de oro
Un avaro que también era de ánimo apocado encontró un león
de oro, y púsose a decir:
-¿Qué hacer en este trance? El espanto paraliza mi razón; el
ansia de riqueza por un lado y el miedo por otro me desgarran. Qué azar o qué
dios ha hecho un león de oro? Lo que me sucede llena mi alma de turbación;
quiero el oro, y temo la obra hecha con oro; el deseo me empuja a cogerlo, y mi
natural a dejarlo. ¡Oh fortuna que ofrece y que no permite tomar! ¡Oh tesoro
que no da placer! ¡Oh favor de un dios que es un suplicio! ¿Qué haré para que
venga a mis manos? Volveré con mis esclavos para coger el león con esta tropa
de amigos, mientras yo miro desde lejos.
No es correcto acaparar riquezas para no usarlas nosotros ni
dejarlas usar a los demás. Aprovechémoslas para ponerlas al servicio de todos,
incluídos nosotros mismos.
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