jueves, 1 de diciembre de 2016

ESOPO

ESOPO
Biografía

Pocos datos seguros existen sobre la biografía de Esopo, y ya en la época clásica el personaje real se vio rodeado de elementos legendarios, quedando definitivamente cubierto por la ficción y la fantasía cuanto pudo tener de histórico. Ello no ha de llevar forzosamente a refutar su existencia, ya que un historiador de tanto crédito como Herodoto lo describe como un esclavo de un ciudadano de Samos que había vivido en la centuria anterior. Según una tradición muy difundida, Esopo nació en Frigia, aunque hay quien lo hace originario de Tracia, Samos, Egipto o Sardes. Sobre él circuló una gran cantidad de anécdotas e incluso descripciones sobre su físico que se hallan recogidas en la Vida de Esopo, publicada en el siglo XIV al frente de una recopilación de sus fábulas preparada por el monje benedictino Máximo Planudes.
FABULAS

El lobo y el asno

Un lobo fue elegido rey entre sus congéneres y decretó una ley ordenando que lo que cada uno capturase en la caza, lo pusiera en común y lo repartiese por partes iguales entre todos; de esta manera ya no tendrían los lobos que devorarse unos a otros en épocas de hambre.
Pero en eso lo escuchó un asno que estaba por ahí cerca, y moviendo sus orejas le dijo:
-- Magnífica idea ha brotado de tu corazón, pero ¿ Por qué has escondido todo tu botín en tu cueva ? Llévalo a tu comunidad y repártelo también, como lo has decretado.
El lobo, descubierto y confundido, derogó su ley.

Si alguna vez llegas a tener poder de legislar, sé el primero en cumplir tus propias leyes


El hombre y el león de oro

Un avaro que también era de ánimo apocado encontró un león de oro, y púsose a decir:
-¿Qué hacer en este trance? El espanto paraliza mi razón; el ansia de riqueza por un lado y el miedo por otro me desgarran. Qué azar o qué dios ha hecho un león de oro? Lo que me sucede llena mi alma de turbación; quiero el oro, y temo la obra hecha con oro; el deseo me empuja a cogerlo, y mi natural a dejarlo. ¡Oh fortuna que ofrece y que no permite tomar! ¡Oh tesoro que no da placer! ¡Oh favor de un dios que es un suplicio! ¿Qué haré para que venga a mis manos? Volveré con mis esclavos para coger el león con esta tropa de amigos, mientras yo miro desde lejos.

No es correcto acaparar riquezas para no usarlas nosotros ni dejarlas usar a los demás. Aprovechémoslas para ponerlas al servicio de todos, incluídos nosotros mismos.



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